ERA de ACUARIO: una espera prolongada para una utopía que se resiste en llegar

Escribe: Néstor Echarte

 

En forma muy lenta (visto desde la relatividad de los seres humanos) pero sin pausa alguna, el reloj precesional avanza en el tiempo mientras retrocede sobre el zodíaco de las constelaciones, a razón de 1° de arco cada 71.6 años terrestres, señalando un punto en el espacio profundo que se ubica en los primeros grados de la constelación de Piscis en un movimiento inexorable hacia su ingreso definitivo en la constelación de Acuario.

Tal movimiento astronómico, denominado precesión de los equinoccios, que forma parte del complejo funcionamiento de la mecánica celeste, es el que luego da paso (desde la consideración astrológica) a la tan mentada, publcitada, esperada y desconocida Era de Acuario, la que debería dejar atrás lo que para muchos es una etapa de oscurantismo representado por el simbolismo Pisciano, para dar paso a la promesa de una nueva era signada por el amor, la libertad, la igualdad y la prosperidad. O por lo menos así era la esperanza que nos planteaban en la década del 60 quienes montados en los acordes de la Ópera de Rock Hair y su emblemático tema “Acuario deja entrar al Sol”, quisieron dulcificar y sobreactuar un simbolismo Acuariano que lejos de ser real se desdibuja a la vista de las realidades cotidianas de nuestro paso por el planeta Tierra.

Tema musical de HAIR:

A la luz de la realidad cotidiana, y aún con esos acordes pisando las primeras estrellas de Acuario surgen algunos interrogantes:

  • ¿Tan intensamente malos fueron los 2148 años que duró la Era de Piscis como para tildar a esa etapa signada por la imagen del Cristianismo como una época de oscurantismo? 

  • ¿La permanente necesidad de “cambio” y el abuso de este concepto, no nos llevan a plasmar por anticipado una realidad idílica de los tiempos por venir, cuando en realidad la ecuación podría ser diferente? 

  • ¿Es, realmente, la Era de Acuario una conspiración del amor, tal como Marilyn Ferguson lo propone en su libro ´La Conspiración de Acuario´, o sólo se trata de una expresión de deseos basada en algunas características mal interpretadas que supuestamente son propias de esta constelación zodiacal?

 

Precesión de los equinoccios: una realidad astronómica

“Y sin embargo se mueve…” es la frase que se le atribuye a Galileo Galilei luego de haber abjurado a sus principios ante la atenta mirada de la Inquisición. Un amigo muy afecto a la historia sostiene que no fue exactamente eso lo que dijo el filósofo y científico italiano, sino que su frase célebre fué “la Tierra está fija y ocupa el centro del Universo, pero los que sí se mueven son mis principios….”

Bromas aparte, y teniendo en cuenta que nadie estaba presente allí para corroborar sus dichos, lo cierto es que nuestro planeta tiene muchos más de los dos tradicionales y conocidos movimientos de rotación (sobre su propio eje) y traslación (alrededor de nuestro Sol), ya que se agregan a su mecánica de desplazamiento por el espacio una infinidad de pequeños movimientos de los cuales destacan otros tres, a saber, nutación, bamboleo de Chandler y “precesión de los equinoccios”.

Es justamente este último movimiento el que nos ocupa a los astrólogos y el que da origen a la existencia de las Eras Astrológicas.

Nuestro planeta Tierra tiene su eje inclinado con respecto al plano de su órbita en un ángulo, promedio, de 23° 27´ que se denomina oblicuidad de la eclíptica.  Esta inclinación del eje terrestre no sólo da origen a la diversidad de climas en un mismo lugar del planeta, sino que al permitir la intersección del plano del Ecuador Celeste con el plano del recorrido aparente del Sol alrededor de la Tierra (Eclíptica), genera los doce signos del zodíaco trópico con los que trabajamos los astrólogos occidentales.

Cada uno de los tres movimientos fundamentales del planeta Tierra (rotación, traslación y precesión) es vital para la práctica astrológica ya que define y pone en valor conceptos fundamentales de nuestra disciplina:

  • El movimiento de rotación no solo genera en su giro diario los diferentes y completos sistemas de domificación con los que trabajamos, sino que durante las primeras horas de vida de una persona, define todas las direcciones mundanas y primarias que tendrán vencimiento durante toda su existencia. 

  • El movimiento de traslación es el que define la Eclíptica y consecuentemente el Zodíaco Trópico, por el que luego se desplazarán todos los planetas ocupando distintas posiciones zodiacales y mundanas. 

  • El movimiento de precesión de los equinoccios permite el desplazamiento del Punto Vernal a través de las constelaciones zodiacales dando origen a lo que denominamos Eras Astrológicas, cada una de ellas con una duración aproximada de 2148 años. 

Si alguna vez durante tu infancia jugaste con un trompo (los niños actuales no tienen la menor idea de que se trata) te será muy fácil comprender el movimiento precesional.

Cuando un trompo es puesto en funcionamiento reproduce con exactitud los tres movimientos básicos de nuestro planeta. El de rotación, girando rápidamente sobre su eje, el de traslación describiendo círculos en forma algo más lenta mientras se desplaza alrededor de un centro imaginario (que para la astronomía es el Sol), y el de precesión, una especie de cabeceo en sentido inverso que se acentúa en la medida en que el trompo pierde su velocidad hasta caer definitivamente sin movimiento alguno.

La precesión de los equinoccios es el giro que realiza el eje de la tierra en una especie de movimiento de bamboleo que provoca el desplazamiento del Polo Norte en un círculo en el que con el paso de los años la Estrella Polar es reemplazada por otra u otras estrellas, y en el que el Punto Vernal, Punto Gamma o 0° del signo de Aries se desplaza por sobre el zodíaco de las constelaciones.

Nótese que hablamos de zodíaco trópico y de zodíaco de las constelaciones haciendo hincapié en que son dos referencias distintas. Dos zodiacos distintos. Dos zodiacos que conviven en una misma esfera celeste en la cual, la rueda del zodíaco trópico se desplaza sobre el fondo de estrellas que conforman el zodíaco sidéreo o zodíaco de las constelaciones, a la manera de una rueda que gira dentro de otra.

Es así que la posición del Punto Vernal o 0° de Aries Trópico se superpone con una constelación del zodíaco sidéreo conformándose así en la manecilla de ese enorme reloj cósmico que señala en qué lugar de una determinada era zodiacal nos encontramos parados. El punto vernal, de esta manera se constituye (además de ser el comienzo del zodíaco trópico) en la aguja que señala la era astrológica por la que estamos transitando.

Debe quedar claro además, que existen y conviven en un mismo esquema dos zodiacos diferentes. El zodíaco sidéreo o constelacional,  y el zodíaco trópico que es una construcción matemática basada en la intersección de dos planos fundamentales: el plano del ecuador celeste, y el plano de la órbita de la tierra alrededor del Sol o Eclíptica.

 

Posicionándonos en nuestra Era Zodiacal

En la lectura que hacemos sobre este reloj cósmico, los tiempos exceden por mucho a la vida de una persona o a la de varias generaciones de seres humanos. Con solo tener en cuenta que el 0° de Aries trópico recorre el zodíaco de las constelaciones a razón de 1° de arco cada 71.6 años, o que atraviesa una constelación (equivalente a una era astrológica) en 2148 años, o completa un giro sobre todo el zodíaco sidéreo en el término de 25776 años conformando lo que se denomina Año Platónico o Gran Año Zodiacal, nos damos cuenta que el alcance interpretativo de este zodíaco se encuentra muy lejos de poder evaluar los acontecimientos cotidianos de los seres humanos, siendo su ámbito de expresión muy superior al análisis de las vivencias mundanas por lo que es correcto reservar su pertenencia a los grandes cambios sociales y generacionales, al nacimiento y caída de grandes imperios, y a la aparición o desaparición de importantes referencias culturales y religiosas.

Cabe entonces preguntar ¿en que Era Astrológica nos encontramos? ¿Hacia qué lugar exacto del zodíaco sidéreo apunta la manecilla de este reloj astronómico?

Y es en este punto donde comienzan a aparecer los primero inconvenientes. En la evaluación exacta de esta perfecta maquinaria de relojería que nos permita determinar con precisión cuál es la era por la que estamos atravesando y en qué lugar exacto de esta era nos encontramos.

Tal como afirmamos, los signos zodiacales consisten en una construcción matemática donde cada signo tiene una longitud de 30° de arco y un ancho de 16° aproximadamente, donde por su parte media transcurre la Eclíptica. Es decir que si uno pudiera visualizarlo, son ventanas rectangulares, una igual a la otra, a través de las cuales podemos observar las estrellas fijas, el desplazamiento de los planetas y los círculos de posición de las casas astrológicas.

Las constelaciones zodiacales, a diferencia de los signos, no son iguales. Son irregulares. No son esas ventanas perfectas que conforman el zodíaco trópico, ya que al estar delimitadas por las estrellas fijas que conforman cada constelación sus límites se tornan imprecisos, ocurre muchas veces que una constelación se superpone o entrelaza con otra, sus dimensiones no son perfectas, y no todos los expertos coinciden en cuáles son las estrellas que conforman cada una de las constelaciones existiendo, en este punto, diferencias entre un autor u otro. Es esta diferencia entre una constelación u otra, basada en que sus límites dependen de un determinado nivel de abstracción de aquel que proyecta sobre sus estrellas una determinada imagen, la que dificulta fijar con precisión la finalización de una determinada era y el inicio de otra. Es importante saber que la constelación de Piscis tiene una extensión de 37.2° mientras que la de Acuario tiene una extensión de 24°. Muy lejos de nuestra percepción idílica de que cada constelación tiene 30° a la manera de los signos zodiacales. Obviamente esto no afecta nuestro cálculo para determinar cuando comienza la Era de Acuario, pero si las proyecciones que hacemos de nuestras propias cartas natales sobre el zodíaco sidéreo, cuando utilizamos los programas de cálculo corrientes, le adjudicamos 30° a cada constelación, a la manera de los signos zodiacales.

Es pertinente, entonces, la pregunta de rigor. ¿Donde se encuentra hoy, exactamente, la aguja que señala en el zodíaco sidéreo la Era Astrológica en la que nos encontramos?

La mayoría de los programas de software astrológico, cuando nos disponemos a realizar una carta natal utilizando el zodíaco sidéreo y no el trópico, despliegan un amplio menú de posibilidades que nos permite elegir el Ayanamsa a utilizar en esa elección. Es decir, que entre varios autores que tienen conceptos diferentes sobre dónde comienza y dónde finaliza cada constelación, y por ende sobre qué constelación y dentro de ella en qué exacto lugar se proyecta el punto vernal o 0° de Aries trópico, somos nosotros los que deberíamos decidir cual de todas esas opciones utilizamos.

No conozco a nadie que no utilice la opción predeterminada por el software en cuestión. Por lo general se descarta toda decisión de este tipo y se pone en manos del programador del software una decisión que debería ser pensada y evaluada a conciencia, basada en un profundo conocimiento de la real composición del zodíaco sidéreo.

Conocer y decidir con claridad sobre ese tema no es un capricho. Su correcta aplicación zanjaría definitivamente teorías vinculadas al “a mi me parece que…” cuando discutimos, por ejemplo, cuando ha comenzado la Era de Acuario, si es que ha comenzado, o cuanto tiempo falta para que comience en forma definitiva. Mientras ese punto no esté claro seguirán existiendo miles de teorías al respecto.

Muchos libros de efemérides, en sus versiones más completas consignan ese valor, es decir la proyección del punto vernal sobre una determinada longitud del zodíaco sidéreo.

De hecho, las efemérides Americanas calculadas por Michelsen tienen como valor predeterminado el propuesto por Fagan Bradley, de la misma maner que las efemérides Rosacruces, y de la misma manera en que consignan este valor la mayoría de los programas de cálculo astrológico. Esta predeterminación (coincidente en la mayoría de los sistemas)  puede hacernos suponer que es el valor más exacto de todos, pero esto es solo una apreciación personal, que debería ser zanjada por la experiencia personal de cada astrólogo. El software Meridian, además de consignar todas estas opciones, deja abierta también la posibilidad de configurar una posición de Usuario para el punto vernal en su proyección sobre el zodíaco sidéreo. No debería sorprendernos esta diversidad de opiniones a la hora de definir el cálculo de una proyección sobre el zodíaco sidéreo, si tenemos en cuenta que ocurre exactamente lo mismo a la hora de elegir un sistema de casas, cuando las opciones son múltiples y que por lo general seguimos utilizando las señaladas por defecto en los programas de cálculo, o bien, cuando se calculaban las cartas manualmente, utilizando las tablas que más a mano teníamos, que no eran muchas.

La siguiente tabla nos muestra la posición del Punto Vernal sobre el zodíaco sidéreo, y a partir de allí, el tiempo restante para que el mismo ingrese definitivamente en la constelación de Acuario, dando inicio a la tan esperada Era de Acuario:

Autor o referencia del  sistema sidéreo

Posición  siderea del Punto Vernal

Tiempo que falta para llegar a la Era de Acuario

Djwhal Hhul

1°23´ - PISCIS

99 años 1 mes

Larry Ely

1°45´ - PISCIS

125 años 4 meses

De Luce

1°56´ - PISCIS

138 años 5 meses

Fagan Bradley

5°01´ - PISCIS

359 años 2 meses

Lahiri

5°54´ - PISCIS

422 años 5 meses

Krishnamurti

5°59´ - PISCIS

428 años 5 meses

Sundara Rajan

6°51´ - PISCIS

490 años 6 meses

JN Bhasin

6°59´ - PISCIS

500 años

Yukteshwar

7°16´ - PISCIS

520 años 4 meses

Raman

7°20´ - PISCIS

525 años 1 mes

Sri Yukteswar

8°52´ - PISCIS

634 años 10 meses

Shill Pond

9°11´ - PISCIS

657 años 6 meses

Usha Shashi

9°42´ - PISCIS

694 años 6 meses

 

Como se puede apreciar, ninguno de los sistemas más utilizados nos ubica en forma definitiva en la Era de Acuario, a contramano de lo que muchas veces leemos en distintos blogs o comentarios donde se afirma, casi sin ningún sustento astronómico real, que la Era de Acuario ya ha comenzado.

Surge de la misma tabla que las visiones más optimistas nos sitúan, aún, a 99 años de distancia del comienzo de dicha era; mientras que versiones no tan optimistas nos están situando a 694 años y medio de distancia de tan esperado acontecimiento.

Y la respuesta es contundente. El resultado varía según el criterio científico del astrónomo/astrólogo que haya estudiado profundamente las dimensiones y medidas del zodíaco sideral.

 

La propuesta acuariana...

Siendo generosos, podríamos jugar entonces con la idea de que la superposición o entrelazamiento de las constelaciones, basada en sus formas irregulares, hace que nos encontremos en lo que se denomina una zona de transición. Es decir en aquel lugar donde las estrellas de Acuario se confunden con las estrellas de Piscis, y en ese movimiento retrógrado del punto vernal, mientras aún no hemos abandonado las estrellas de Piscis en forma definitiva, sí,  avanzamos sobre algunas estrellas de Acuario que se entremezclan con estas últimas.

Este argumento, tal vez el más certero y lógico (por lo menos desde lo interpretativo astrológicamente), nos sitúa en una etapa de transición importante. Aquella etapa en la que nos acostumbramos a la esencia de Acuario, y vamos dejando de lado aquello que vivimos en la era pisciana. Tengamos en cuenta que la humanidad no cambia de un día para otro. Los procesos históricos son lentos y llevan tiempo para afianzarse. Sería ilógico pensar que hoy somos Piscianos, y que mañana a las 10 de la mañana nos levantaremos Acuarianos. Ningún cambio profundo histórico se da de esa manera. Eso explica también las enormes contradicciones con las que convivimos, propias de ambas eras.

Cada vez que queremos hacer pie en la Era de Acuario, los personalismos, los liderazgos, la búsqueda de poder absoluto nos viene a recordar que todavía hay mucho por transitar.

Esa media tinta, por donde transita el punto vernal genera las contradicciones que están a la vista. Guerras religiosas, tecnologías mal aplicadas, empobrecimiento de los pueblos.

La propuesta acuariana debería ser sumamente clara. Un mundo participativo, de igualdad absoluta, sin liderazgos ni personalismos. A la vista está que eso no ocurre. La lucha por el poder absoluto nos pone en el otro extremo de Acuario: el líder, el todo poderoso, la elección de un jefe, la búsqueda de un nuevo mesías. En acuario no hay jefes, reyes, presidentes ni mesías. Tal vez lo más cercano al pensamiento acuariano sean las democracias participativas. Pero la humanidad continúa luchando por los liderazgos y la integración parece ser una utopía permanente, donde la zanahoria del burro se aleja cada vez más de nosotros.

Basta con hacer este ejercicio que le propongo para que se de cuenta de esta realidad instalada en la psiquis de muchos de nosotros. Pregunte a sus amigos, qué haría si de golpe se viera formando parte de un grupo de náufragos que llegan a una isla desierta y tienen que organizarse para sobrevivir. Tal vez la respuesta más frecuente sea que deben elegir entre todos un líder que se ocupe de organizarlos. Esto derrumba de plano el pensamiento acuariano, y nos muestra que no podemos instalar en nuestras mentes la verdadera esencia colaborativa que tiene como principal significado esta constelación. No se trata de un mundo de paz y amor, como nos vendieron siempre. La paz y el amor se convierte en una consecuencia de la existencia de un mundo solidario, colaborativo y participativo. De eso se trata acuario.

A la vista de estar transitando esa zona dudosa en que ambas constelaciones se superponen, deberíamos aceptar que la sutil trama de Acuario recién se está gestando.

Pero todavía presenta muchas contradicciones entre sus potenciales miembros. Las luchas intestinas, las ambiciones de poder, los falsos líderes y profetas, son algunas de las características que esta lucha, no del todo limpia, presenta a quienes creen al pie de la letra en la existencia de un mundo mejor, tal como acuario propone, o por lo menos, tal como creemos que debería ser esta propuesta de futuro.

Grupos místicos, agrupaciones New Age, maestros espirituales, técnicas orientales, una pasión desordenada por lo espiritual por un lado; la intolerancia, las acusaciones de sectarios, la descalificación masiva por el otro, son parte de esta lucha intestina, que precede la llegada de acuario.

Nadie puede negar el papel preponderante de Jésus asociado como líder absoluto desde hace algo más de dos mil años, a la era de Piscis. Maestro de maestros, nadie lo niega, pero... Otros maestros permanecen sentados a la espera de que sus seguidores lleguen hasta ellos, algunos cómodamente sentados en sus suntuosas mansiones, repartiendo bendiciones a quienes tienen el privilegio de llegar a su lado.  

A contramano de la actual iglesia, Jesús caminaba, era un revolucionario, era un rebelde, a veces intransigente y también combativo. Quienes esperan la llegada del Mesías para la era que se avecina, quienes se esfuerzan por vivir “la” experiencia más trascendental de sus vidas olvidan, que tal vez la verdadera era de Acuario resida en la necesidad de rescatar el pasado, o por lo menos el verdadero concepto revolucionario con que esta era de Piscis, que ahora estamos dejando, comenzaba. Tal vez, la verdadera revolución no esté en lo nuevo y desconocido, sino en revalorizar lo conocido en su verdadera dimensión, aprendiendo, y a partir de allí construir una nueva sociedad.

Versiones apocalípticas

Quienes predicen la llegada de la Era de Acuario lo hacen, muchas veces, desde una concepción Apocalíptica, por lo menos en lo que se refiere al final de estos tiempos. A partir de ese momento, cuando sólo queden en el planeta algunos elegidos, estos serán los que construyan ese mundo de promisión.

Pero, ¿existe realmente esa promesa, o en realidad se trata de una evaluación errónea de postulados astrológicos interpretados por personas que nada conocen de astrología?

Tal vez esta última posibilidad sea una de las más acertadas, ya que todos aquellos que hablan permanentemente de la era de Acuario, no tienen la menor idea en que consiste la misma desde un punto de vista estrictamente astronómico.

Muchos afirman, sin ningún respaldo astronómico, que la misma ya ha comenzado. Y para ello dan numerosos ejemplos, y además cometen el error de fijar fechas puntuales sin percibir que en realidad se trata de un transición.

Especulan y discuten si ya comenzó, pero cuando se trata de profundizar un poco más y averiguar si se sabe exactamente qué es la era de Acuario, las respuestas son absurdas, ambiguas, dudosas y faltas de claridad.

La correcta interpretación de la realidad astronómica que define la existencia de las eras astrológicas, es lo que permite afirmar que la vida de la gente, el destino de una sociedad no cambia en forma categórica de un día para el otro. El concepto de “ayer fuimos malos, pero hoy somos buenos” pertenece a un pensamiento infantil.

Si aceptamos que vivimos esa transición astronómica entre dos constelaciones distintas, podemos explicarnos, entonces, que las situaciones críticas que estamos viviendo, las discusiones, los falsos profetas, las guerras, la espiritualidad, la biblia y el calefón son el resultado concreto del momento astronómico en que nos encontramos. Sólo un momento de transición, de fusión de ambas constelaciones zodiacales.

Pero las promesas acuariana no necesariamente es pacífica y fácil de transitar. A la luz de su regente Urano podemos esperar sorpresas vinculadas a grandes momentos de violencia. Acuario es el gran revolucionario, aquel que cambia las estructuras, modifica los pensamientos, termina de raíz con los prejuicios, pero ¿será éste un proceso tranquilo y pacífico?  Si vemos televisión o si leemos los diarios, notamos rápidamente que el mundo se prepara día a día para la guerra y la autodestrucción. Tal vez sea el paso previo a la llegada de la paz, la verdadera armonía y espiritualidad, edificada siempre, sobre la base de la verdad. Este es el verdadero símbolo de acuario. Como dice Serrat, “nunca es dura la verdad…. lo que no tiene es remedio”.

Usted también puede ser un conspirador de la Era de Acuario

Marilyn Ferguson propone en su libro el concepto de conspirador.  La verdadera conspiración se realiza a través de quienes no pierden de vista su compromiso con la sociedad en que están viviendo. No importa desde dónde realice su aporte. Lo importante, es contribuir a que la sociedad en que uno vive sea cada vez más justa y equitativa. Acuario necesita de conspiradores, pero que no se pierdan en el humo de la confusión y del desconcierto que proviene desde lo más profundo de los errores de eras pasadas. Acuario necesita el aporte de la verdad, de la falta de hipocresía y del análisis y diagnóstico correcto del mundo en que vivimos.

Pero el conspirador acuariano, no puede, ni debe actuar en solitario. Debe tratar de encontrar a otros conspiradores como el. Debe relacionarse con iguales que entiendan con claridad el concepto de la colaboración. La verdadera espiritualidad es la que no pìerde de vista la realidad en la que vivimos.

 

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