John Lennon y un destino ineludible

por Néstor Echarte

Analizamos nuevamente la carta natal de John Lennon, sumando ahora algunos datos de interés a los ya publicados oportunamente, sobre su vida y destino trágico.

Planteamos datos astrológicos objetivos e irrefutables que nos hablan de una perfecta ingeniería astronómico-astrológica, signando la vida de un personaje emblemático.

Una vida intensa, signada por un enorme potencial creativo y una muerte temprana anunciada por una perfecta maquinaria astrológica que, mediante la utilización combinada de dos ciclos planetarios diferentes, combinados con la utilización de un ascendente dracónico, y con indicios similares provenientes de la carta natal de su pareja, enmarca nacimiento, éxito y final de quien, en su breve paso, de 40 años, por esta Tierra dejó una huella indeleble en el corazón y conciencia de quienes disfrutaron de su arte. 

John Lennon nació el 9 de octubre de 1940, con la casi exacta conjunción de Júpiter con Saturno en su primera casa, en los 13 grados del signo de Tauro. La Sizigia (o luna previa al momento de su nacimiento) tiene lugar en el grado 8 del signo de libra, habiendo sido además un eclipse de Sol. Y sobre este último punto, tuvo lugar (40 años después de su nacimiento) el segundo encuentro de su conjunción natal (Júpiter-Saturno), marcando la coincidencia exacta de dos ciclos planetarios: El ciclo Saturno Júpiter y el ciclo de los eclipses encontrándose en un mismo grado zodiacal: 8 de libra.

Importante caída en la cotización de las criptomonedas tras el eclipse del 8 de noviembre

El tránsito de Urano en Tauro marca una tendencia, que considero imparable, donde la economía mundial relacionada con los modos de intercambio (lease dinero efectivo) está sufriendo una profunda transformación, en la que día a día el papel moneda tiende a desaparecer existiendo nuevos formatos de atesoramiento, reflejados en la enorme cantidad de opciones electrónicas existentes y que se siguen multiplicando.

Antares y Aldebarán conectadas por el eclipse de Luna del 30 de noviembre

Por Néstor Echarte

El eclipse de luna que tuvo lugar durante el día de ayer, pasó (valga el juego de palabras) algo eclipsado, debido a la enorme publicidad mediática que la prensa en su conjunto le está otorgando a su compañero de ciclo, al próximo eclipse de Sol del 14 de diciembre, y que se espera, no solo con interés científico, sino con un enorme caudal de promociones turísticas que invitan -como siempre lo hacen- a observar  “el último eclipse del siglo ”.

Ninguna de las promociones existentes contempla que ese día podría llegar a estar nublado, para pesadilla de los operadores turísticos que deberán devolver el dinero por el espectáculo que el universo se niega a brindar a los presentes, y para beneplácito de aquellos que consideran que juntar tanta gente para ver un eclipse en tiempos de pandemia, pude hacer vigente esto de la profecía autocumplida, y que el efecto del eclipse solo resida en multiplicar los contagios por la poca precaución de los interesados al disponerse a observar este espectáculo astronómico.

Lo cierto es que ayer tuvimos otro eclipse. Un eclipse de Luna . Técnicamente se trata del paso de nuestro planeta -La Tierra - justo en medio del recorrido entre el Sol y la Luna . Ambas luminarias se encontraban en oposición, y el paso de la Tierra frente a ambos produce que la luz del sol se vea disminuida y proyecte su sombra sobre la superficie lunar. Este cono de sombra proyectado sobre la Luna es el eclipse que tuvo lugar en el día de ayer.