Por Néstor Echarte
La astrología dracónica no deja de sorprender al astrólogo practicante, cuando a través de la lectura de los vínculos entre personas e instituciones se toma conciencia de que los mismos se multiplican exponencialmente al agregar a las técnicas de sinastría tradicionales el componente de lectura dracónico, basado en la proyección de los planetas sobre el zodíaco lunar.
No ahondaremos hoy en la explicación y fundamentos del zodíaco dracónico, para lo cual remito a la siguiente nota http://bit.ly/astrodraco.
Existen innumerables ejemplos que hablan por sí solos de la eficacia de esta técnica astrológica a la hora de buscar vínculos sutiles, pero exactos desde lo astronómico-astrológico, a la hora de comprender los mecanismos que hacen que dos o más personas se vinculen en un momento dado, y que además estas personas puedan interactuar con comodidad bajo una misma agrupación, una misma idea o una misma institución.
Por Néstor Echarte
El sistema Topocéntrico de casas astrológicas y el sistema Placidus son los preferidos a la hora de elegir la forma de domificar una carta natal. La mayoría de los consultados afirmó haber realizado un profundo estudio antes de decidir su elección.
El pasado 17 de diciembre planteé ante el colectivo astrológico una inquietud, relacionada con la utilización de los distintos sistemas de casas en la práctica astrológica cotidiana.
Dicho sondeo, no tenía la pretensión de una estadística rigurosa, pero sí, de conocer la manera en que los astrólogos eligen, conocen, y aplican los distintos sistemas de domificación existentes de acuerdo a sus necesidades de cálculo y fundamentos interpretativos.
Uno de los temas más controvertidos en la práctica astrológica es la elección del sistema de casas a utilizar para el cálculo de nuestras cartas natales. Una elección que nos pide definir entre decenas de ellos, todos con justificada fundamentación por parte de sus autores. Existe cierto desconocimiento sobre su estructura y funcionamiento, pese a que su elección tendría que ser prioritaria, a la hora de comenzar una actividad profesional.
Por Néstor Echarte
El eclipse de luna que tuvo lugar durante el día de ayer, pasó (valga el juego de palabras) algo eclipsado, debido a la enorme publicidad mediática que la prensa en su conjunto le está otorgando a su compañero de ciclo, al próximo eclipse de Sol del 14 de diciembre, y que se espera, no solo con interés científico, sino con un enorme caudal de promociones turísticas que invitan -como siempre lo hacen- a observar “el último eclipse del siglo ”.
Ninguna de las promociones existentes contempla que ese día podría llegar a estar nublado, para pesadilla de los operadores turísticos que deberán devolver el dinero por el espectáculo que el universo se niega a brindar a los presentes, y para beneplácito de aquellos que consideran que juntar tanta gente para ver un eclipse en tiempos de pandemia, pude hacer vigente esto de la profecía autocumplida, y que el efecto del eclipse solo resida en multiplicar los contagios por la poca precaución de los interesados al disponerse a observar este espectáculo astronómico.
Lo cierto es que ayer tuvimos otro eclipse. Un eclipse de Luna . Técnicamente se trata del paso de nuestro planeta -La Tierra - justo en medio del recorrido entre el Sol y la Luna . Ambas luminarias se encontraban en oposición, y el paso de la Tierra frente a ambos produce que la luz del sol se vea disminuida y proyecte su sombra sobre la superficie lunar. Este cono de sombra proyectado sobre la Luna es el eclipse que tuvo lugar en el día de ayer.